"Dios, que da la semilla que se siembra y el alimento que se come, les dará a ustedes todo lo necesario para su siembra, y la hará crecer, y hará que la generosidad de ustedes produzca una gran cosecha. Así tendrán ustedes toda clase de riquezas y podrán dar generosamente..."
2ª Corintios 9:10-11
En esta sección, de los capítulos 8 y 9, encontramos también algunos versículos que pueden mal-interpretarse si no conocemos bien el contexto en el que están incluidos.
Los que llevamos años ofrendando, hemos experimentado que: ¡Dios, siempre nos bendice!, pero esa: ¡NO DEBE SER NUESTRA MOTIVACIÓN cuando damos! Sabemos, que Dios nos da talentos y dones para poner al servicio de la iglesia, y el dinero es otro "don"/regalo que percibimos de parte de Dios, y como tal, estamos llamados a compartirlo con otros. Así que dar, para recibir más de parte de Dios, no es la interpretación correcta de este texto, aunque desafortunadamente, a veces se nos haya explicado así...
Vemos en diferentes epístolas, que Pablo tiene la intención de recoger ofrendas en las iglesias "gentiles", y llevarlas a la iglesia de Jerusalén, que pasaba por un momento crítico. Esta iniciativa del Apóstol, es intencional y de carácter pedagógico; pretende enseñar la importancia de practicar la generosidad hacia otra iglesia, (no solo la propia), para que puedan continuar extendiendo el evangelio. Seguramente, también quiere que los gentiles, -sin tradición por los diezmos y ofrendas-, empiecen a aprender de una manera muy práctica, qué deben compartir generosamente con los demás, lo que Dios les da... etc y en esta sección, vemos que Pablo, habla con libertad a la iglesia de Corinto sobre estos temas económicos, que suelen ser "espinosos", y que solo se comentan cuando la confianza entre las partes es grande, y cuándo se ha producido esa ansiada reconciliación entre ellos.
La generosidad: ¡es contagiosa!, y Pablo informa a las iglesias donantes, que otras comunidades, también están dando generosamente y que:
"Dios ama al dador alegre..." 2ª Corintios 9:7
Mañana, terminamos con esta preciosa Epístola.
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