Los capítulos finales de esta epístola, son un epílogo, redundando en la idea de la UNIDAD, y de hacer COMUNIDAD, a pesar de las diferencias.
Hace partícipe a los romanos de sus intenciones de viajar y de sus planes, pidiéndoles oración.
Cómo curiosidad, el capítulo 16 no aparece en algunos manuscritos, y está repleto de saludos, y recomendaciones de hermanos y hermanas, con nombre propio, (reconocimiento) haciendo varias menciones a mujeres que son y han sido muy útiles para la obra.
Acaba el capítulo 16, con una doxología (oración), resumen del plan de Dios: nuestra SALVACIÓN, por medio de Cristo, que implica una respuesta por nuestra parte:
¡ALABANZA A DIOS!
El Señor, no nos ahorra las consecuencias de nuestros pecados, pero su amor es capaz de CONCILIAR, nuestra libertad con Su salvación.
Dios, nunca viola nuestra libertad, y cuando la usamos de manera inadecuada, ¡pagamos las consecuencias! pero Él, con ternura nos recoge, y: ¡nunca se cansa!
Esta Carta, es un tratado importantísimo para la iglesia, para que propiciemos el respeto mutuo, y la unidad, a pesar de nuestras diferencias y seamos ejemplo y testimonio para los que aún no han creído.
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