Cuidando...


“…¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?
Génesis 4:9

Estas palabras tan ¿desfiantes?, fueron la respuesta de Caín a Dios, cuando le preguntó dónde estaba su hermano Abel. La historia, -la sabemos-, Caín en un arrebato de celos, rivalidad, y competitividad, dio muerte a su hermano, y la respuesta ante la pregunta del Señor, no podía ser más descarada…

A lo mejor nosotros no tenemos la soberbia ni -la cara dura de Caín-, pero si somos,-en muchas ocasiones- NEGLIGENTES, con el “cuidado” a nuestros hermanos… y es que más de una vez, hemos ignorado las “ausencias” de personas cercanas, y de alguna manera, ese comportamiento, dice mucho respecto a nuestro interés por los que nos rodean y a los que “se supone que queremos”.

Ser “guardianes” de nuestros hermanos,  no significa ser sus policías, ni sus guarda espaldas,  ni mucho menos, juzgar su manera de actuar; ser guardián de nuestro semejante es ocuparnos de su bienestar, de sus necesidades físicas, emocionales, o espirituales, y no es optativo; cuidarnos unos a otros en el ámbito de la iglesia,  e incluso, sentirnos responsables de su integración y  animándoles a poner en marcha sus dones y talentos, ya que es lo que Dios quiere para Sus hijos.

Piensa por un momento en esa familia de tu iglesia que hace tiempo que no ves, o ese joven que no sabes nada de él, o quizás esos ancianos que no se les hace tan fácil llegar a la iglesia, y traza “un plan” para que se sientan queridos, necesarios y añorados…

Miramos al cielo pidiendo ayuda para saber cuidar de nuestros semejantes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muy pronto, se publicará tu comentario.
¡Muchas gracias por tu aportación!