“Señor: Tú perdonas nuestra maldad y olvidas nuestro pecado. Tan grande es tu amor por nosotros que tu enojo no dura para siempre. ¡Vuelve a compadecerte de nosotros, y arroja todos nuestros pecados a lo más profundo del mar!”
Miqueas 7:18-19
Conozco a más de un@, e incluso, confieso -que a mi me ha pasado en alguna ocasión-, que aunque sepamos que Dios nos perdona, nosotros no nos perdonamos a nosotros mismos y nos cuesta "media vida" perdonar a los demás...
Reflexionando sobre este tema, debemos entender el perdón no es algo "automático" cómo a veces creemos o queremos... si no más bien, se trata de un proceso.
Cuándo se trata de perdonar el mal que alguien nos ha hecho, el perdón, no surge como algo espontáneo o fácil de llevar a cabo... muchas veces necesitamos tiempo para que se nos pase el primer impacto que produce el dolor, la sorpresa o la decepción... una vez encajado esto, empieza un camino más o menos lento, en el que pasan por nuestra mente desde los deseos de venganza, al rencor, y es en este tiempo dónde toca pedir al Señor que nos -eche una mano-, ya que humanamente, es difícil tomar la decisión de perdonar...
Sin ayuda de Dios, ¿se puede perdonar? ¡Pues claro que si!, y de hecho, personas que todos conocemos y que no conocen a Dios son capaces de dar ese difícil paso, pero esa cualidad, no es algo que abunde, y de hecho, a veces ese perdón no es definitivo, -y solo el tiempo-, demostrará si ese perdón fue genuino y definitivo.
EL perdón que viene de Dios, es especial, y "de larga duración", Él, nos perdona cuando nos arrepentimos, por lo que si tenemos la opción de contar con Su ayuda en momentos en los que perdonar o perdonarnos, es una tarea difícil/ imposible, solo nos queda pedir Su ayuda para poder hacerlo.
Perdonar a alguien que nos ha dañado, pone "el balón en el tejado del otro", que es quién a partir de ese momento, tendrá la responsabilidad sobre él o ella, de aceptar nuestras disculpas, o no...
El pedir perdón es primero, una decisión que debemos tomar , y después, un acto de valentía, y por otro lado, perdonar, es una acto de generosidad y amor.
Miramos al cielo pidiendo la capacidad de perdonar cuando nos ofenden, y el valor de pedir perdón cuando ofendemos.
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