Lo instantáneo...

"... para el Señor, un día es como mil años
 y mil años son como un día."
2ª Pedro 3:8
Siempre ¡tenemos prisa cuando queremos algo!: ¡lo queremos ya! y es que, vivimos en la época de lo "instantáneo". ¡Nos encanta subirnos a un avión y llegar rápido al otro lado del mundo!, marcar un numero en nuestro teléfono y en segundos, escuchar la voz de la persona a quién llamamos, buscar en nuestro GPS una dirección y que nos guíe de inmediato a nuestro destino, entrar en Google y obtener miles de resultados de nuestra búsqueda en un instante, tomarnos un calmante y que el dolor desaparezca en minutos... y claro,  todo esto, ¡no ayuda a ser pacientes...!

Me encanta las definiciones de paciencia del diccionario:

“Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”; “facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”...
Si no tenemos la facultad de saber esperar para conseguir lo que queremos, y a esto, le sumamos sufrimiento, la cosa se complica...

¿Quién quiere sufrir y que el remedio tarde en llegar? 

No queremos esperar, y desde luego, no queremos sufrir... pero cuanto antes asumamos que tarde o temprano nos va a tocar padecer y que probablemente, no va a ser instantáneo el remedio que calme ese sufrimiento, ¡será mejor para todos!, porque si no, caeremos en la más absoluta desesperación...

La paciencia es un fruto del Espíritu en nosotros, y aunque humanamente podemos hacer algunos "ejercicios" para aumentar nuestra paciencia, no podemos desaprovechar el regalo que nos brinda como creyentes, el tener al Espíritu de Dios en nuestras vidas. 

Notaremos que este fruto del Espíritu está en nosotros cuando seamos capaces de descansar y tener paz a pesar del sufrimiento, entendiendo que el tiempo de Dios, es PERFECTO y cuando nuestras "prisas", desaparezcan... 

Miramos al cielo, esperando...





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