El centro...

Una de las frases que más me llamó la atención del culto on line de mi iglesia del domingo pasado, es que esta crisis ha hecho que nos demos cuenta los que nos llamamos "discípulos de Jesús" que:

¡JESÚS NO ES EL CENTRO DE NUESTRAS VIDAS!

Teóricamente, ¡debería serlo!, pero nuestra reacción ante el horror que nos rodea es comportarnos,     -casi- como los que no tienen nuestra esperanza... y es que, en cuanto empezamos en estos días, a tener fiebre, o tosemos; nos duele la cabeza, y tenemos mal cuerpo, empezamos a preocuparnos... llamamos al médico más cercano y no nos engañemos:

¡ENTRAMOS EN PÁNICO!

Nuestra parte humana, gana a cualquier fe que hayamos creído tener, incluso, si pensábamos que estábamos fuertes y consolidados en nuestras creencias...

Tenemos miedo a sufrir, a perder nuestra seguridad, nuestro confort... y desde luego nos aterra morir y nos espanta perder a nuestros seres queridos, y es que la separación es ¡durísima!.

Y es que, ¡nos creemos "intocables"!, que a nosotros: ¿qué nos puede pasar?, que lo malo, ¡les pasa a otros...! y esta crisis que estamos viviendo, nos demuestra que somos ¡¡super frágiles!!, y que la enfermedad, el dolor, e incluso la muerte, (ya sea la propia, o la de quienes queremos. -y que hace una semana,- gozaban de una salud de hierro...), puede pender de un hilo de la noche a la mañana.

Si Jesús fuera el centro de nuestras vidas, al sentirnos enfermos, lo primero que vendría a nuestra cabeza sería:



Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza,
nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
Salmos 46:1

Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
Salmos 16:1 



Y con esto no quiero decir, que si nos sentimos mal, ¡no llamemos al médico o no tomemos las medidas oportunas para curarnos!, ¡estaría bueno! pero entrar en pánico no debería formar parte nuestro comportamiento, ya que deberíamos tener muy claro eso, que todos los creyentes nos sabemos de memoria: (Salmo 23)
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmos 23: 4
El miedo es una emoción natural y humana; el miedo a lo desconocido, a la soledad, y a la muerte esta impreso en nuestra carne, por eso, y como decíamos días atrás, tener nuestro "espíritu musculado" en estos momentos, ¡es muy importante!. Conocer bien la Palabra de Dios para acudir en busca de paz y aliento en estos momentos convulsos e inciertos, es lo único que nos traerá paz y sosiego.

Ten un día tranquilo.
#QuédateEnCasa

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