Hoy,
meditamos en una de las profecías más especiales, respecto al nacimiento de Jesús.
Como ya hemos visto en días anteriores, y en repetidas ocasiones en las Escrituras, se anuncia que el Mesías sería un descendiente del Rey David, y aquí se reitera esa idea, al referirse a Cristo como “retoño” del árbol; un nuevo Rey, que ejercerá su reinado en el pueblo de Dios.
Las descripción sobre el carácter de Jesús que aparece en esta profecía, -encaja como un guante-, en lo que luego, Él manifestó a lo largo de Su vida: un hijo de Dios, obediente, prudente, lleno de sabiduría, y con un poder muy especial, capaz de mostrar el camino a seguir, y cumpliendo el propósito que Dios tenía para Él y para el que, vino a este mundo.
Todas estas profecías que estamos viendo en esta semana, no hacen otra cosa que afianzar nuestra fe, confiar en que nada de lo que pasó con Jesús fue casualidad; en realidad, nada de lo que nos ocurre a los hijos de Dios, es casualidad, porque al igual que pasó con Jesús, cada uno de nosotros estamos dentro de los planes de Dios; Él nos ha creado con un propósito, y en nosotros está ser como Cristo; hijos obedientes y deseosos de llevar a cabo tal propósito en nuestro paso por la tierra.
Como ya hemos visto en días anteriores, y en repetidas ocasiones en las Escrituras, se anuncia que el Mesías sería un descendiente del Rey David, y aquí se reitera esa idea, al referirse a Cristo como “retoño” del árbol; un nuevo Rey, que ejercerá su reinado en el pueblo de Dios.
Las descripción sobre el carácter de Jesús que aparece en esta profecía, -encaja como un guante-, en lo que luego, Él manifestó a lo largo de Su vida: un hijo de Dios, obediente, prudente, lleno de sabiduría, y con un poder muy especial, capaz de mostrar el camino a seguir, y cumpliendo el propósito que Dios tenía para Él y para el que, vino a este mundo.
Todas estas profecías que estamos viendo en esta semana, no hacen otra cosa que afianzar nuestra fe, confiar en que nada de lo que pasó con Jesús fue casualidad; en realidad, nada de lo que nos ocurre a los hijos de Dios, es casualidad, porque al igual que pasó con Jesús, cada uno de nosotros estamos dentro de los planes de Dios; Él nos ha creado con un propósito, y en nosotros está ser como Cristo; hijos obedientes y deseosos de llevar a cabo tal propósito en nuestro paso por la tierra.
¿Ya sabes cuál es tu propósito? ¿Sabes cual es la voluntad de Dios para tu
vida?
Leyendo la Palabra de Dios, van a aclararse muchos de estos conceptos para cada uno de nosotros, luego, tenemos que tener la voluntad de querer obedecer lo que vayamos descubriendo…
Ten un buen día.

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