Adviento, 4 de diciembre 2019


La época en la que nació Jesús, nada tiene que ver con la actual, en la que ya, casi nada nos sorprende… pero hace más de dos mil años, que una joven, concibiera un hijo sin estar casada, se castigaba con el desprecio de su familia, de su pueblo, e incluso si se pre-suponía que había engañado a su futuro esposo, podía llegar a ser lapidada

En este versículo sobre el que hoy meditamos, aparece uno de los nombres de Cristo: 
Emanuel, en hebreo: עִמָּנוּאֵל cuyo significado es -Dios con nosotros- o Dios entre nosotros, y como hemos comentado en diferentes ocasiones, los nombres para el Pueblo Hebreo, eran muy importantes, ya que definían al que lo llevaba.

Han pasado miles de años y Dios, sigue estando con nosotros, por eso, seguimos celebrando Su nacimiento, (no celebramos los 
cumpleaños de los que ya han muerto…), pero ¡Jesús resucitó! y ahí está Su victoria (y la nuestra…).

Se acerca esa fecha “señalada” en nuestros calendarios, que cambió el 
rumbo de la historia, pero lo más importante: ¡cambió el rumbo de nuestras vidas!; de los que creemos y confiamos en que “Emanuel” sigue estando con nosotros.

Descubrir a ese Dios, que cada día, camina a nuestro lado, es ¡lo mejor que nos puede pasar! y poder celebrar Su nacimiento un año más, es ¡motivo de alegría para los que hemos creído en él!, si no, estas fechas, quedaran diluidas en otro tipo de celebración, que nada tiene que ver con el 
milagro más grande jamás acontecido…

Ten un buen día.



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