Pruebas...

Después de darle muchas vueltas, mi conclusión es que no tenemos más remedio que pasar por -pruebas-, para que tengamos la necesidad imperiosa de acercarnos a Dios, con esa “sed” de la que nos habla la Biblia

Mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida;¿Cuándo vendré a presentarme ante ti, mi Dios?  
Mis lágrimas son mi pan, de día y de noche,
pues a todas horas me preguntan:«¿Dónde está tu Dios?»
Salmos 42:2-4

En momentos de angustia, sentimos -silencios- de parte de Dios, y vienen sobre todo por esa prisa en resolver lo que nos angustia; y me recuerda mucho a esas rabietas que tienen los niños de pequeños y que necesitan “calmarse” y cuando cesan de llorar, dar patadas e incluso darse cabezazos contra el suelo, 
llegará el momento de que puedan expresarse y de que -quizás-, nosotros podamos entender de dónde viene su enfado o al menos, poder abrazarle y calmarle...
Imagino que al Señor le pasa un poco lo mismo con nosotros... Espera a que se nos pasen los enfados, a que le echemos muchas veces a Él la culpa de lo que nos pasa, a que busquemos en mil sitios la solución antes de acudir a que Él nos socorra, y ¡mil torpezas más por nuestra parte! pero nuestro Padre Celestial nos espera con paciencia y fidelidad para tendernos la mano una vez más.
Ten un buen día.

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