Con los ojos de la fe...

Este año, no dejo de darle vueltas a ese apego tan extremo que tenemos los creyentes a este mundo...

¡Tenemos esperanza!; sabemos que después de esta vida, ¡nos espera algo mucho mejor!:

¡la vida eterna!

y aún así, nuestro instinto de supervivencia, ¡nos hace aferrarnos a la vida con uñas y dientes! y cuando fallece un ser querido, ¡nos venimos abajo! y no solo por su ausencia y la añoranza de su presencia a nuestro lado, siempre nos parece injusto, mal momento, nos revelamos con la situación y con Dios...
¡Queremos más tiempo en esta tierra!

Dando vueltas a todo esto, y desde luego que todas las razones anteriores son buenas y genuinas, creo que el problema es que no le dedicamos el suficiente tiempo a "muscular nuestro espíritu", y es que, aunque le demos importancia a esta parte de nuestro ser, la "carne nos puede..."

"También me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios?"

Romanos 7:22-25

 Al apóstol Pablo le pasaba...y nosotr@s,  ¡no somos una excepción! Estamos divididos: hay en nosotros una parte carnal, (somos de carne y hueso, y eso es innegable), pero por otro lado, y cuando decidimos seguir a Cristo, damos lugar a una nueva naturaleza, y deseamos que nuestro espíritu, sea guiado y dirigido por el Espíritu Santo de Dios, pero ¡NO PODEMOS LIBRARNOS DE LA CARNE!, de nuestros ojos físicos, nuestros deseos y necesidades que alimentan nuestra carne, así que es frustrante querer con fuerza de voluntad y en nuestras capacidades, hacer ese cambio que agrade a Dios, y nos permita "muscular el espíritu".

Solo podemos pedir a Dios, que nos conoce muy bien que sea ÉL quien haga el trabajo..., y para ello, debemos empezar a depender, pero a depender ¡DE VERDAD!, dejando a un lado nuestra voluntad, y dando lugar a la suya, y para eso, debemos conocerle bien, saber que le agrada, conocer Sus leyes y pidiendo la ayuda de Su Espíritu Santo.

No hay manera de conocer a Dios, si no dedicamos tiempo a estudiar Su Palabra y a interpretarla correctamente; no podemos tener una RELACIÓN con él, si no nos comunicamos con él, por medio de la oración; al final, la conclusión a la que llego, es siempre la misma:

Lee la Biblia y ora cada día si quieres crecer... 😃🎵

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