Ocurre todo lo contrario cuando tenemos cerca a personas alegres, llenas de vitalidad, con sueños y proyectos atractivos, y muy creativas que suelen transmitirnos esas ganas de "comerse el mundo" y nos encanta compartir nuestra vida con ellas.
¿Qué sucede cuándo pasamos más tiempo con Dios?, ¿lo has probado? Cuando volvemos de un retiro espiritual, o pasamos unos días apartados de la rutina y las responsabilidades y llegamos a casa, nos sentimos TRANSFORMADOS, ¡plenos!, felices, llenos de propósitos, y decididos a dar un cambio en nuestra vida, y a ceder espacio a lo espiritual, dejando los afanes de este mundo en segundo plano...
Evidentemente, no podemos vivir en un "retiro permanente", incluso, no creo que eso fuera del agrado de Dios, ya que tenemos -trabajo- que hacer en este mundo, pero lo que si debemos plantearnos es ajustar nuestras agendas y pasar cada día más tiempo con Dios; tiempo de calidad, y también ser generosos con la cantidad, porque nos va a ocurrir lo mismo que cuando estamos con gente buena y positiva; al pasar más tiempo cada día con el Señor, nos vamos a "contagiar" de Su amor, Su bondad, Su misericordia, Su paciencia... y poco a poco, Él, ¡nos irá transformando...!
Dios mío, tú eres mi Dios.
Con ansias te busco
desde que amanece,
como quien busca una fuente
en el más ardiente desierto.
Salmos 63:1
Miramos al cielo ¿con sed...?
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