1ªEdición del concurso de relatos: "Mirando a través de sus ojos"
Puedes votar por tu #favorito hasta el próximo domingo, 21 de abril de 2019 a las 15:00h
Ruth Ocheda
Mirando a través del SIRVIENTE
#MirandoATravésDeSusOjos2019
El otro día el señor de la casa me pidió a mí que fuera a por agua. Podría haberme negado o habérselo encargado a una mujer, pero el señor me insistió en que fuera yo personalmente. Desde que conoció al Maestro está haciendo cosas muy extrañas. Habla directamente con las mujeres en lugar de pedirme a mí que lo haga y nos trata a todos como si fuéramos iguales. Pasé mucha vergüenza cargando con el cántaro por las calles de Jerusalén. A la vuelta, dos hombres me seguían y me temí que iban a burlarse de mí por hacer un trabajo de mujer, pero en lugar de eso, preguntaron por el señor y entraron en la casa para hablar con él. Les enseñó el aposento alto que habíamos preparado para la Pascua y me dijo que les ayudara en todo lo que me pidieran. Dejé el cántaro con agua en el aposento y preparamos todo para la cena.
Por la noche, llegó el Maestro con sus discípulos y en lugar de subir al aposento la familia de mi señor como todos los años, se instalaron ellos alrededor de la mesa y se pusieron a cenar. Entonces pasó algo que me dejó de piedra. El Maestro se levantó de la mesa, cogió una toallay el agua que yo había traído y lavó con ella los pies de sus discípulos. Yo pensé que habíamos cometido una tremenda falta de hospitalidad al olvidar lavarles los pies como es costumbre y que el Maestro se habría enfadado por haber tenido que hacer un trabajo de siervos, pero uno de sus discípulos intentó negarse y le dijo que era necesario que eso lo hiciera Él personalmente. Entonces no tuve ninguna duda de que el motivo por el que mi señor había estado haciendo cosas extrañas era porque seguía los pasos del Maestro.
Uno de los discípulos se marchó en cuanto terminaron de cenar, pero los demás se quedaron escuchando al Maestro mucho rato. Yo no entendí casi nada, pero me di cuenta de cuánto amor había, no sólo en las palabras, sino también en los actos del Maestro. Al final oró por ellos y se marcharon.
No pude dormir en toda la noche pensando en lo que había visto y oído. El Maestro tenía algo especial que yo no sabía identificar y que me empujaba a querer saber más. Decidí que al día siguiente le buscaría.
Por la mañana me despertó un alboroto de mujeres llorando desconsoladamente. Salí a ver qué pasaba y me contaron que habían llevado preso al Maestro, primero ante el Sumo Sacerdote y luego ante el Gobernador. ¡No podía creerlo! Seguro que las mujeres se habían equivocado y era otra persona.
Algunas de esas mujeres también habían servido al Maestro, y a pesar de lo que pudiera pensar la gente, decidí acompañarlas para que me contaran más cosas sobre Él. Nos abrimos paso entre la multitud y vimos pasar al Maestro. Lo habían torturado y lo llevaban para crucificarlo. Las mujeres no paraban de llorar y yo sentía ganas de hacer lo mismo, pero tenía que contenerme por ser hombre. Lo llevaron al Gólgota y lo crucificaron allí. Durante las pocas horas que pasaron hasta que murió, no hubo en Él ningún rastro de rencor ni de odio ni de derrota. A pesar de las burlas, había una dignidad incomprensible en Él.
Al morir, el sol se oscureció y su mirada se posó en mí. La tierra tembló y yo agradecí a Dios la oportunidad de haber podido servirle como una mujer.
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Javier Ochoa MuñozMirando a través del -"otro"- malhechor
#MirandoATravésDeSusOjos2019
Hace 3 años decidí ponerme en la piel del malhechor que se arrepintió, y os confieso que fue más fácil que la elección de esta ocasión: -el otro malhechor-, y probablemente sea por lo acostumbrados que estamos a que todo acabe bien: ¡cómo en las películas!, y nuestra mente se resiste a creer que algo pueda acabar mal.
A mediados de los noventa cuando se lanzaron los DVD´s, leí que el nuevo formato permitiría realizar películas interactivas, donde el final podría ser elegido por el usuario, existiendo varias opciones, pero lo cierto es que no sé si se llegó a hacer en algún caso, probablemente porque siempre habríamos elegido “el final feliz”, pero la vida no es una "película" y, ¡sí amigos!: hay vidas que acaban mal, muy mal, que pudiendo disfrutar de la eternidad, eligen la oscuridad.
Vamos con nuestro personaje y su sentir. Leamos el único versículo donde se narra la intervención de nuestro protagonista:
Vamos con nuestro personaje y su sentir. Leamos el único versículo donde se narra la intervención de nuestro protagonista:
Lucas 23: 39 "Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros."
Y es que realmente, no le está pidiendo nada descabellado o que no le hubieran pedido antes, pues en sus tres años de ministerio, fueron muchos los milagros llevados a cabo por Jesús, pero de lo que no se daba cuenta es que éste, ¡no era el momento de salvarse a sí mismo!, había llegado el momento del milagro de salvarnos a tod@s, y eso, también le incluía a él, aunque no quiso verlo y siendo sinceros, puede que ninguno de los presentes que se contarían por cientos, fueron capaces de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
La ceguera que da la decepción o la indignación de los líderes religiosos, no fueron "finos" para interpretar este importante momento histórico, pero lo que está claro es que, Jesús no se ajustó a sus expectativas; su Mesías-libertador, ¡no podía ser tan humano como ellos! y no entendieron que hubiera elegido la humildad y la mansedumbre como eje central de su vida, así que: ¿quién podría pensar que Jesús era la pieza que encarnaría la profecía de Isaías y que gracias a su sacrificio recibirían el perdón de sus pecados?:
La ceguera que da la decepción o la indignación de los líderes religiosos, no fueron "finos" para interpretar este importante momento histórico, pero lo que está claro es que, Jesús no se ajustó a sus expectativas; su Mesías-libertador, ¡no podía ser tan humano como ellos! y no entendieron que hubiera elegido la humildad y la mansedumbre como eje central de su vida, así que: ¿quién podría pensar que Jesús era la pieza que encarnaría la profecía de Isaías y que gracias a su sacrificio recibirían el perdón de sus pecados?:
Isaias 53: 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Y es que, éste malhechor, que fue crucificado a l lado de Jesús, no fue capaz de sentir arrepentimiento ni en su último momento, pues ¿a caso la vida le habría dejado otra opción?. Él, no heredó ninguna carpintería; desde niño fue abocado a su peligroso estilo de vida: robar en lugar de trabajar, pero los que estaban abajo gritando: ¡no eran mejores que él!, es más: ¡tendría que haber sido peor aún!, tan malo como Barrabas, pues al final era él quien saldría libre de todo esto, y es que probablemente, aunque hubiera vivido tres días más y hubiera oído de la resurrección de Jesús, tampoco habría creído…
En fin, ¡que así nos ha creado Dios!, humanos para sentir y libres para decidir qué hacer con nuestras vidas.
Y volviendo al principio: hay vidas que acaban mal, ¡muy mal!, y lo peor, es que tiene consecuencias eternas.
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Gema López-Huerta Cisnal
Mirando a través de Jesucristo.
#MirandoATravésDeSusOjos2019
¡Nunca se había cumplido mi deseo al soplar las velas de mi tarta de cumpleaños...!
Llevaba ¡décadas! pidiendo que se acabasen -las injusticias y el hambre en el mundo- así que decidí que iba a pedir algo -más sencillo- y que sería más probable que se cumpliera...
Este año, mi cumpleaños coincidía con el -Jueves Santo-, por lo que al soplar las velas, desee que al abrir los ojos, pudiera ser testigo de la "Última Cena" que Jesús llevó a cabo con Sus discípulos antes de Su muerte en la cruz...
¡Ni siquiera tele-transportándome en el espacio y en el tiempo soy capaz de ser puntual!, y es que, con la diferencia horaria entre España e Israel, ¡llegue sesenta minutos tarde...! justo, cuando estaban saliendo del Aposento Alto, y ya habían dado buena cuenta del cordero pascual, las hierbas amargas, el pan ácimo, y las copas de vino...
Me sentía rara... mirar a través de los ojos de Jesús, ¡era una experiencia única!, porque se ve y se oye alto y claro, tanto lo bueno como lo malo de los que te rodean, y a pesar de tener la capacidad de escuchar a la vez sus voces y sus pensamientos (-la mayoría de las veces, contradictorios-), Jesús, ¡no sentía ni un ápice de reproche!, solo amor, compasión y misericordia por estos pobres hombres perdidos y que temían, se cumplieran las Palabras del Maestro, anunciando Su partida...
Tener la experiencia de asistir a una conversación entre Jesús y Su Padre en el Monte de los Olivos; ¡es una experiencia difícil de olvidar...! El diálogo era fluido, y Jesús mostraba sin vacilar Sus sentimientos delante del Padre; ¡no se excusaba por sentir miedo!, y aunque sabía perfectamente a lo que había venido al mundo, -a la hora de la verdad-, ¡quería volver al cielo!, e intentaba convencer al mismísimo Dios, que -"dieran otra vuelta"-, a esa manera de morir que habían planeado... Tal vez, podría salvar a la humanidad, pero sin tanta humillación ni tanto dolor físico... pero finalmente, el Padre, con unas palabras repletas de amor y consuelo, y con un abrazo poderoso, animó y prometió a Su hijo, estar con Él cada minuto -en lo que tenía por delante-, y proyectó en -3D- las imágenes de Su resurrección y Su gloriosa subida al cielo, transmitiéndole que Su misión en el mundo cambiaría la historia y daría sentido a la vida millones de personas, proporcionándoles la salvación y la eternidad.
Experimentar ¡tanto miedo y amor a la vez por lo que le esperaba a Jesús, es algo imposible de contar!; solo a través de los ojos del Salvador, ¡puede entenderse tal sacrificio!
Sudar sangre, -no se lo recomiendo a nadie...- y es que el estrés que produce saber lo que le esperaba en el Calvario, no puede producir otra respuesta. Tengo que confesar, que viendo esa experiencia, me arrepentí de haber pedido este "peculiar deseo", cuando soplé las velas de mi tarta de cumpleaños...
Cuando comenzaron las torturas ante Pilato, no resistí tanta tensión y caí desvanecida, -sin duda-, fue mi "mecanismo de defensa" ante tanta injusticia, odio y dolor, y la impotencia por ver tanta crueldad por parte del ser humano...
Me desperté con palpitaciones y empapada en llanto. Eran las tres de la mañana y hoy, era mi cumpleaños... Decidí que al soplar las velas, iba a pedir que toda la humanidad en algún momento de su vida, tuviera la oportunidad de ver a través de la mirada de Jesús y, sintiera Su amor aceptando Su sacrificio por él o por ella, cuándo murió en la cruz...
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