Artículo/ Reflexión.
Continuamos reflexionando acerca de la iglesia y su salud actual, especialmente -en España-, ya que en el resto de Europa y América, puede variar, en este momento concreto.
Es difícil cuando nos reunimos con amigos creyentes, que no salga -el tema de la iglesia-, y cada uno comparta su punto de vista sobre la situación en su congregación.
Coincidimos, en que la Iglesia Evangélica actual, -salvo excepciones tipo Hillsong-, "no cautiva" a los jóvenes actuales, y muchos hijos de creyentes están abandonando las congregaciones, porque no se sienten atraídos por el grupo de jóvenes, los cultos o las actividades que se desarrollan en sus iglesias locales.
La enseñanza en la Iglesia Evangélica es un pilar, y en la actualidad, se están usando en la mayoría de ellas, materiales obsoletos, o adaptaciones de literatura de otros países para la enseñanza de los jóvenes y los niños, que distan mucho en costumbres en la actual cultura española.
No podemos negar que no se puede juzgar a todos los grupos de jóvenes por igual, ya que hay iglesias que gozan de muy buena salud y con grupos de jóvenes, perfectamente encaminados y con iniciativas muy interesantes, aunque esto, no garantiza que sus vidas entre semana, tengan mucho que ver con su comportamiento los fines de semana, en la que un "halo de espiritualidad", lo rodea todo, y a su vuelta a la rutina, la cosa pueda variar...
La tendencia a dar responsabilidades a los jóvenes de nuestras Iglesias Evangélicas en departamentos específicos como la música y la escuela dominical de niños, es algo que también merece una reflexión; en ocasiones, les damos responsabilidades de educación, que tal vez, y en algunos casos, les queden -un poco grandes-, y mientras las desarrollan, se estén perdiendo la opción de ser ellos los discipulados, en un programa serio de enseñanza. Con la música, corremos también el riesgo, de estar impartiendo una teología -excesivamente vacía de contenido-, incorporando canciones en nuestros cultos, sin mucho sentido en las letras, y lejos de una sana espiritualidad.
Vuelvo a expresar que no quiero generalizar, ya que cada iglesia local, ¡es un mundo!, y lo que debemos hacer es reflexionar en cada caso en particular, revisando cada congregación revisando las fortalezas y carencias de cada grupo.
Sería muy interesante, que semanalmente se chequearan las actividades llevadas a cabo en cada congregación; que se creasen grupos de diálogo en los que cada miembro, expresara su percepción de la marcha de la iglesia, y compartiera su punto de vista sobre las predicaciones, la alabanza, las actividades evangelísticas, el equilibrio entre la música en los cultos y enseñanza, la oración, la comunión de unos con otros... etc, compartir puntos de vista, sería la mejor manera de dar los "golpes de timón necesarios" para que la iglesia fuera: ¡"viento en popa a toda vela"!
Como ya dije en la I parte de la reflexión hace unos días, la iglesia es "el cuerpo de Cristo"; un organismo vivo y en constante cambio, que puede estar sano, o puede enfermar, por lo que chequearlo a menudo se hace necesario y puede evitar problemas.
No debemos perder de vista que en las Iglesias Evangélicas la Asamblea, (conjunto de todos los miembros que la integran), es soberana , a la hora de administrar los recursos en las iglesias locales, y la tendencia natural, es dejar que el pastor, consejo de ancianos o diáconos, "carguen" con la responsabilidad de administrar, evaluar, y trazar planes de futuro, y el resto de los miembros, se limitan a votar -si o no- a la visión de la iglesia, planes presentes y futuros, actividades, presupuestos, cargos... La involucración en el día a día del funcionamiento de la iglesia, ¡es una tarea de todos!, cada uno, ejerciendo su ministerio, y sin quitar importancia y valor a la necesaria coordinación, pero siempre con la participación en foros abiertos de todos los integrantes de la congregación.
La iglesia, debe ser un "regalo" para los creyentes, algo -muy nuestro- donde nos debe gustar llegar y sentirnos -en casa-, pero esto implica que no podemos limitarnos a observar y solo querer recibir, también, TODOS, debemos dar y participar activamente, para ser de bendición y bendecidos; crecer y continuar adelante con la Gran Comisión.
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