Biblia y ¡fuego!

¿Puedes imaginarte lo que pudo sentir la primera persona que descubrió y empezó a utilizar el fuego?

Estudiamos que fue hace miles de años, frotando dos piedras o un palito contra una madera, y una vez descubierto, había que cuidarlo para mantenerlo... 

Los beneficios del fuego eran muchos: alumbrar, calentar, cocinar... y la dificultad para generarlo, ¡era muy grande! comparado con lo poco que cuesta en la actualidad, encender una cerilla... y tal vez por esa sencillez, no le damos el valor que tiene.

Un poco pasa lo mismo con lo fácil que en la actualidad puede resultarnos acudir a la Palabra de Dios; accesible, en muchos idiomas, en papel, formato digital, de manera audible... etc, y por esta facilidad, no le damos muchas veces el gran valor que tiene...

Recuerdo mi primera Biblia... Cuando la descubrí, era una “especie de tesoro” que abrazaba, arrullaba, e incluso besaba, porque leyéndola, ¡cambió mi vida!, y de alguna manera, alumbró cómo el fuego mi camino!

“La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. 

Allí, examina nuestros pensamientos y deseos, y deja claro si son buenos o malos...”

                                   Hebreos 4:12

Aprender cada día, encontrar en ella la voluntad de Dios para mi vida, el privilegio de abrazarme a Sus #promesas cada día, (especialmente, en tiempos difíciles...), la #seguridad de que #nunca estaré sola, y descubrir cada día #matices nuevos sobre el #carácter de nuestro Padre; Su inmensa bondad, Su misericordia, Su compasión, y Su perdón inagotable ...

No tengo muchas joyas... pero mis Biblias serán, mi más valioso legado...

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