Algunas veces he oído:
¡La oración tiene PODER!
Sé que es una manera de hablar, pero creo que puede llegar a confundirnos...
Alguien podría interpretar que por nuestra iniciativa de orar, podríamos tener el "poder" de conseguir lo que queremos, e incluso, hacer cambiar de opinión a Dios sobre las circunstancias o peticiones que pongamos delante de Él ... y sinceramente, no creo que eso sea una buena interpretación.
Si Dios ya -ha decidido- sobre cualquier cosa que le pidamos, incluso antes de que las palabras salgan de nuestra boca, podríamos pensar que es una perdida de tiempo orar, pero la clave está que no oramos para "convencer a Dios", oramos para que Él prepare nuestras mentes y corazones para lo que en Su Santa Voluntad, tiene previsto que ocurra.
LA ORACIÓN, NO CAMBIA A DIOS:
¡NOS CAMBIA A NOSOTROS!
Es por esto, que aunque a veces ocurra lo contrario de lo que hemos pedido a Dios, si hemos "orado bien", y con la convicción absoluta que Su voluntad siempre es agradable y perfecta, experimentaremos esa PAZ que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7) y entenderemos sin dudar, que Dios
¡HA RESPONDIDO nuestras oraciones!
Así pues, ¡DIOS, ES EL QUE TIENE EL PODER!,
y no la oración en sí misma.
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