"¿Cómo es que Jesús sabe tanto y puede hacer estos milagros?» Pero ninguno de los que estaban allí quiso aceptar las enseñanzas de Jesús. Entonces él dijo:
«A un profeta se le respeta en todas partes, menos en su propio pueblo y en su propia familia.»Y como la gente no creía en él, Jesús no hizo muchos milagros en aquel lugar."
Mateo 13: 56-58También sabemos que Dios hizo multitud de milagros con Su pueblo cuando les sacó de la esclavitud en Egipto y les condujo a la Tierra Prometida, pero ni aun así, dejaban de quejarse, e incluso de adorar a ídolos cuando no se cumplían sus expectativas:
¿Por qué ahora iba a ser diferente? Tal vez tenemos que empezar a orar de otra manera, sin enumerar los beneficios que -Él obtendría- si hiciera lo que le pedimos... Dios sabe los desenlaces, y es Poderoso para cambiar la situación, -si es Su voluntad-, y si con ello, consigue los propósitos que tiene para cada uno de Sus hijos."Luego Dios le dijo a Moisés:
—Dile al pueblo que mañana comerán carne, pero primero deben purificarse. Diles que ya escuché su llanto y sus quejas, y que andan diciendo: “¡Queremos comer carne! ¡Estábamos mejor en Egipto!”»Yo les voy a dar carne. Y no sólo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte. Voy a darles carne todo un mes hasta que se cansen de comerla..."Números 11:18-20
Orar con sabiduría, con discernimiento, con fe y no solo con "buena voluntad", se hace imprescindible cuando nos acercamos a Dios, y hemos hablado en otras ocasiones de esos "silencios" de Dios, cuando le clamamos en desesperación y no escuchamos Su voz, ni sentimos que está atento a "nuestras prisas"... tal vez deberíamos ser nosotros los que deberíamos estar en silencio en Su presencia, y a lo mejor, -hablar y hablar, pedir y pedir, sin parar,- no nos deja escuchar Su voz, y tantas prisas por que se resuelvan nuestros problemas, nos están impidiendo ver con claridad Su voluntad...
Nuestras oraciones al Señor deben acompañarse de calma, respeto, y de conocimiento de quién es Dios, Su naturaleza, Su Ley, Su voluntad, pero también saber que contamos con Su GRACIA, -esa misericordia inmerecida- que nos regala a pesar de nosotros mismos.
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