Pero si hay algo FUNDAMENTAL cuando leemos las Escrituras es NUESTRA ACTITUD.
Podemos acercarnos a la Palabra simplemente para saber más teología y que nuestra lectura sea más académica que espiritual, incluso podemos leer y juzgar lo que leemos, poniendo en tela de juicio lo que se nos dice ya que es posible que no coincida con lo que querríamos encontrarnos...
Vemos que la Palabra de Dios, está llena de personajes que no son "precisamente un ejemplo de virtudes", incluso nos puede desanimar ver que algunos que vivieron con Jesús los años que duró su ministerio, no eran "muy listos", no entendían muchas de Sus enseñanzas e incluso le dejaban solo en momentos claves... ¿Por qué elegiría Jesús seguidores tan poco fiables? Imaginaos que los personajes bíblicos; "Los héroes de la fe", fueran intachables y perfectos en sus comportamientos... ¡con toda seguridad, no podríamos llegar a su altura y nos defraudaríamos viéndonos tan torpes y pecadores!, pero ellos eran humanos como nosotros, de carne y hueso con sus fallos y tentaciones, y vemos la MISERICORDIA de Dios y el Espíritu Santo, obrando en ellos! por esto, nuestra actitud debe ser optimista y no desanimarnos si hay pasajes que no entendemos; debemos¡seguir investigando!, leer y releer, pedir la dirección del Espíritu Santo y también buscar la ayuda a nuestros hermanos para comparar puntos de vista e interpretaciones.
Una actitud humilde y respetuosa a la hora de acercarnos a un pasaje aunque creamos que ya le hemos sacado todo el significado, ¡es muy importante!, porque la Palabra de Dios es VIVA y EFICAZ y ¡nos habla siempre!
Tal vez, el momento más importante del estudio bíblico se da cuando cerramos la Biblia y el cuaderno y nos disponemos a poner en práctica lo que aprendemos. ¡No tiene ningún sentido "engordar" en conocimientos y sabiduría si no practicamos y obedecemos lo que aprendemos.
¡El movimiento se demuestra andando!, y es lo más importante: tener la actitud de reflejar con nuestra vida lo que el Señor nos revela a través de Su Palabra.
“Bendeciré a los que tienen un corazón humilde y arrepentido,
a los que tiemblan ante Mi Palabra...”
Isaías 66:2
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