"Regalando" ausencias...

¿Qué hacemos cuando sentimos la ausencia y la indiferencia de algunas personas que pensábamos que nos querían y no están a nuestro lado en momentos difíciles de nuestra vida?

Puede que no tengamos el valor de contestar en voz alta esta pregunta... -se "supone que los cristianos"-, debemos tomarnos estas cosas con -mansedumbre-, perdonar, no devolver ojo por ojo... etc, pero: ¿es eso lo que hacemos?

Si somos sinceros, cuando notamos la indiferencia de las personas que creíamos que nos querían, nos ponemos a la defensiva... intentamos utilizar todos los mecanismos a nuestro alcance para encajar el golpe y después de la sorpresa/dolor, pensamos en nuestra respuesta...

-A veces, usamos eso de:
"No hay mayor desprecio que no hacer aprecio"
...pagando con la misma moneda, su indiferencia.

-También, podemos superar la indiferencia recibida, alimentando nuestra rabia y aplacando nuestro dolor con planes de venganza:
"Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos..."
...esperando agazapados, la ocasión para que sientan nuestra ausencia en sus momentos difíciles (que tarde o temprano, se les presentaran...)

-O podemos expresarle nuestro dolor a la persona que nos ha hecho daño, pudiendo recibir de ella sus disculpas, o su rebote...
"No te guardo rencor, pero tampoco tengo amnesia..."
...puede, que a veces, la persona que te ha fallado, -no reaccione bien- a su falta de empatía ante tu dolor... y la cosa acabe peor de lo que empezó...

Ponerse en la piel del que sufre, no es fácil; "llorar con el que llora", Romanos 12:15, no es tarea fácil... y a veces, huimos del dolor ajeno para protegernos, (cómo si fuera una enfermedad contagiosa de la que debemos escaparnos...) 

Tal vez cambiaría nuestra perspectiva de "las ausencias", si damos marcha atrás y miramos con perspectiva nuestro comportamiento con los que han sufrido antes que nosotros... ¿qué hicimos nosotros en esa circunstancia?, ¿lloramos con ellos? ¿les acompañamos un "ratito" y luego desaparecimos?; nuestro comportamiento, NO SIEMPRE ES IMPECABLE con los demás... por eso, tal vez podríamos ser un poco -más considerados- con los que nos fallan.

Estamos llamados a amar, no solo a los amigos, también, a los que "de repente", cruzan esa línea y se van al otro bando... y si en nuestros medios, no fuésemos capaces... debemos mirar al cielo pidiendo ayuda... ya que el resentimiento contra los demás suele tener un efecto boomerang, que se vuelve hacia nosotros tarde o temprano...



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