Reflexionar acerca de la oración, puede que sea "perder el tiempo..." ya, que mientras nos dedicamos a definir lo que es la oración; enumerar las distintas técnicas para orar, compartir literatura que hable sobre la oración, detenernos en la "teología" sobre lo que significa hablar con Dios, analizar el Padre nuestro a través de un estudio inductivo de cada frase que lo compone etc, me temo, que tal vez, estaríamos perdiendo un tiempo PRECIOSO que podríamos dedicar a orar sin tantos rodeos; orando cada uno, -como buenamente sepa o pueda-, que a fin de cuentas, es lo verdaderamente importante.
Pero he valorado hacer una serie de artículos y reflexiones sobre la oración, porque puede que haya algunas personas que se acerquen al blog, y nunca se hayan planteado la oración como un medio importantísimo para conocer al Dios de los cristianos, y así, tener la oportunidad de poder comunicarse con él, además de entre todos, aprender algunas prácticas que tal vez no conocíamos y que siempre a través de la reflexión y la experiencia de otros, cambie nuestra perspectiva sobre la oración, y nos abra el "apetito" para orar más y mejor.
Podemos empezar diciendo que la oración es sanadora, y no solo porque Dios, en Su amor y poder, puede curarnos enfermedades físicas, o emocionales; el simple hecho de hablar ante nuestro Dios, puede provocarnos un efecto de paz y bienestar muy saludable.
La oración, no es un invento de los cristianos; muchas religiones oran, rezan, entonan mantras a sus divinidades, porque los seres humanos necesitamos comunicarnos con ese "Ser superior" en el que creemos y sabemos que nos protege siendo capaz de poner orden en nuestro caos, sobre todo cuando nos damos cuenta de lo pequeños, frágiles y vulnerables que somos...
La oración del cristiano se diferencia del resto de las oraciones en que se hace necesaria la fe en nuestro Creador y Salvador; teniendo la absoluta certeza de que Dios nos escucha SIEMPRE, y que aunque Él sabe todo lo que necesitamos, quiere que se lo digamos, y que insistamos en comunicarnos con Él, porque es la única manera de sintonizar nuestros corazones, (el nuestro y el de Dios); que entendamos Su voluntad, y que tengamos la certeza absoluta que en Su tiempo, nuestras oraciones, siempre serán contestadas.
La oración debe ser un hábito, y como todos los hábitos, debe practicarse mucho hasta que forme parte de nuestra vida; hasta que sea tan natural y necesario como lo es respirar o comer, pero no es fácil ser constantes en la oración, y mucho menos sentir necesidad de orar como parte fundamental de nuestra vida, para ello, debe intervenir no solo nuestra "buena voluntad", también, el compromiso y la disciplina que poco a poco dará paso a que esa "buena costumbre adquirida", forme parte de nuestro día a día, arraigue, y sea algo tan natural y espontáneo para nosotros como pestañear...
¿Pensáis que puede ser posible esto?
La oración, no solo es una acción concreta, debe convertirse en una actitud vital. Miramos al cielo en busca de inspiración...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muy pronto, se publicará tu comentario.
¡Muchas gracias por tu aportación!