Fe versus, sentimientos

Una cosa es lo que creemos y otra es lo que sentimos... confundir sentimientos con fe, es peligroso...

Cuando todo nos va bien, sentimos que Dios, está de nuestro lado, que nos ama; es el Padre "perfecto", porque nos concede todo lo que queremos, y no tenemos "dudas" respecto a nuestra fe. Pero: ¿qué pasa cuando las cosas no nos van tan bien? podemos "sentir", que Dios, nos ha vuelto la espalda, que no escucha nuestras oraciones; -le sentimos- lejos, ausente y empezamos a dudar de nuestras creencias.
"...Desde tiempos antiguos
tus planes son fieles y seguros."

Isaías 25.1

Dios no cambia, ¡somos nosotros los que cambiamos!, y no podemos permitir que nuestra fe se tambalee, dependiendo de si sentimos al Señor o si no... Las circunstancias varían, pero Dios no, y no podemos depender de esas circunstancias para que nuestra fe sea firme, o empiece a "hacer aguas", por lo que basar nuestras creencias en lo que Dios es, debe ser el pilar sobre el que sustentar nuestra fe.

Dios nos creo, mandó a Su hijo a este mundo para salvarnos, hace salir el solo cada día; es nuestro amparo, fortaleza, nuestra roca firme, nuestro pastor... y eso no varía porque nosotros estemos pasando por circunstancias difíciles, somos nosotros los que ponemos en tela de juicio Su fidelidad, cuando sentimos que no se cumplen nuestras expectativas, o Dios no contesta "ipso facto", a nuestras oraciones, por lo que tendemos a orar menos, adorar menos, y quejarnos más...

Tal vez sería interesante aprender una nueva "regla de tres": cuando sientas que Dios esta "ausente", ora más, adora más, y haz memoria de las bendiciones que has obtenido de Él a lo largo de tu vida; empezarás a SENTIR, de otra manera, y utilizarás tus SENTIMIENTOS, para apuntalar tu fe en vez de que lo que sientes, te haga dudar de ella...

Miramos al cielo y sentimos que Dios SIEMPRE, es fiel.

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