Todos los temas que trata Santiago en esta carta son igual de útiles para las iglesias a las que iba dirigida cuando fue escrita, que para nosotros hoy.
Dime si no:
-La fe en medio de las pruebas, es CONFIANZA plena en Dios.
-La riqueza es uno de las "interferencias" que desvía nuestra mirada de Dios.
-¡Las tentaciones no vienen solo del Diablo!, nosotros nos metemos solitos en la boca del lobo...
-No sirve de mucho oír la Palabra de Dios y no poner en práctica lo que oímos.
-No nos gusta hablar de "religión", sino de RELACIÓN con Dios, pero Santiago habla de que la verdadera religión es LA COMPASIÓN hacia los necesitados:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y gran mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." Mateo 22:36-40
-Las obras deben ser coherentes con la fe que tenemos, porque si nuestro comportamiento es el mismo que era antes de conocer al Señor; ¿qué diferencia hay?
-Controlar la lengua, sigue siendo un problema ... No podemos bendecir a Dios con nuestros labios y ofender a los demás.
-Ser "sabio", no significa hablar muy bien, o enseñar muy bien , se demuestra con la conducta.
-Flirtear con "el mundo" (los valores, o más bien -la falta de ellos- creados por el ser humano), puede apartarnos del camino por el que Dios quiere que vayamos...
-El hacer planes, (llenar nuestras agendas), es algo muy normal en la actualidad, pero Santiago nos insta a contar con Dios cuándo hagamos planes, y en vez de pedirle que "bendiga nuestra agenda", que sea Él, quién la programe.
-¡Seguimos orando por los enfermos!. Antes, se les ungía con aceite para sanar sus dolencias, ahora, contamos con más medios, que naturalmente, ¡debemos usar! pero no olvidemos que ¡Dios tiene el poder de sanar!, incluso en casos en los que la medicina, se da por vencida ...
¡Hay mucha más enseñanza en esta Carta!, pero el resumen es que nos anima a vivir una fe PRACTICA, enfocada en los demás; a ser prudentes y sabios en nuestra manera de vivir demostrando así en QUIÉN hemos creído.
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