"La fe, no hace las cosas fáciles, las hace posibles..."Hemos hablado en otros devocionales sobre la fe, y será un tema recurrente, ya que hay mucho, mucho sobre lo que podemos reflexionar en este tema, pero sobre todo, debemos crecer en ella...
Y es que, cómo dice -la cita con la que empezamos-, los que tenemos fe, no conseguimos que nuestros problemas se solucionen fácilmente o por "arte de magia"... pero lo que sabemos si confiamos en la SOBERANÍA de Dios, es que pase lo que pase, acabará bien...
La fe, ESTÁ BASADA en nuestra CONFIANZA en Dios, y no en nuestras fuerzas, el azar, las casualidades, los médicos, la buena suerte, el destino... etc.
A veces, los que no tienen el "privilegio" de tener fe, se extrañan cuando los creyentes, afirman su confianza en Dios en los momentos más difíciles, porque justo en esas circunstancias, dejamos que sea Él, quién resuelva la situación, pero a los que creemos, se nos hace más extraño confiar en -un golpe de buena suerte- que solucione el problema, o depositar en las manos de otro ser humano la resolución de un conflicto, enfermedad... etc, que confiar en la Voluntad de Dios.
Somos seres limitados, y muchas cosas y circunstancias de esta vida, se nos escapan a nuestro control, -por muy preparados que estemos-, y por muchos conocimientos y capacidades que tengamos, por eso entendemos, que confiar -por ejemplo-, ciegamente en un médico cuando estamos enfermos, (aunque sea una eminencia), no nos asegura al cien por cien la sanación, ya que es humano y no puede con todo...
Podemos responder con la misma cara de perplejidad con la que nos miran cuando hablamos de nuestra confianza en Dios, a los que confían en "la suerte", ya que la diferencia radica en que "la suerte", es caprichosa e impredecible, pero nuestro Dios es SOBERANO, y tiene el control absoluto de todas las situaciones, y los que piensan que ciertos acontecimientos son "casualidad", nosotros creemos que la voluntad de Dios no deja que nada pase sin que Él lo permita.
La tranquilidad y paz que tenemos cuando ponemos nuestra vida ante Dios, hace que vivamos CONFIADOS, no dependiendo de la buena o mala suerte, sino del AMOR de Dios por Sus hijos.
Miramos al cielo confiados en la SOBERANÍA de Dios.
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