Recuerdo que hace años, me encontré a un amigo que salió de la iglesia y me dijo con dolor:
-“Salí de la iglesia por graves y dolorosos motivos personales, y nadie me preguntó, ni me llamó nunca para ver cómo estaba, qué me pasaba y ni mucho menos si necesitaba ayuda. En ese momento, no ocupaba ningún cargo de responsabilidad en la congregación, pero si lo había hecho en el pasado y seguía acudiendo cada domingo fielmente. Sinceramente, estoy muy dolido y pienso que los cristianos, son la única tribu que cuando un miembro cae o se pierde, no se moviliza para rescatarle…”
Tuvimos una conversación interesante, en la que escuche atentamente sus quejas y también, intenté apelar a nuestra responsabilidad por formar parte de una iglesia, y a la obediencia debida a eso de: “no dejéis de congregaros”, y el privilegio de formar parte de un cuerpo en el que cada uno tiene su lugar pero en el fondo, entendía perfectamente su queja y esa “dejadez” que caracteriza a muchas iglesias (grandes y pequeñas), en ciudades enormes como Madrid en cuanto al cuidado de sus miembros.
Hoy, me ha vuelto a pasar, y -ya no he sido tan vehemente en mi “apelación”-, y desde luego, ha sido una llamada de atención para mi.
Mateo 25: 42-46
“ Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
Así que toca reflexionar, porque ¡nos jugamos mucho, y no valen excusas! (como que somos una iglesia grande, ni las distancias son enormes en la ciudad, ni lo de no tengo tiempo…) y sobre todo, cuando alguien “desaparece” de nuestras congregaciones hay normalmente un motivo IMPORTANTE y probablemente, doloroso.
Te animo a que pienses en alguien que hace tiempo que no ves por la iglesia; ores por esa persona y le mandes un mensaje, le llames, e incluso le invites a un café para interesarte por él o ella.
“ Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”
Mateo 25:40
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